sábado, 19 de enero de 2013

El retrato


Tomó papel y lápiz y comenzó a trazar formas en un papel. Esa mirada le había impactado desde el principio, pero aquella tarde, al volver a verla en esa foto, había sentido la necesidad de plasmarla tal y como él la veía.
Sonaban acordes de rock mientras sentado en su mesa de trabajo, hacía varios bocetos que siempre acababa por desechar. Disfrutaba del momento como un niño que saborea un caramelo. Hacía mucho tiempo que no pintaba y se dio cuenta de que lo echaba de menos. Acariciar suavemente sobre el papel cada uno de sus rasgos le hacía sentir que ella estaba con él, en esa habitación. Sonrió ¿Sentiría desde la distancia un suave cosquilleo en la cara cada vez que la mina recorría el folio? Jamás podría saberlo, mas era una duda agradable. Se hallaba sumido en estos pensamientos cuando se dio cuenta de que la música había dejado de sonar. Llevaba ya horas con la misma lámina. Paró un momento para observarla, escudriñando cada detalle, recorriendo cada rincón de su rostro. Empezaba a parecerse a la imagen que él guardaba en su cabeza. Satisfecho, continuó perfilando formas.  Dejó que el lápiz fluyera sobre el papel trazando finas líneas que poco a poco fueron definiendo sus cabellos. Sombreó suavemente esos labios con los que tantas veces había soñado y naufragó en sus ojos al dibujar una a una las pestañas que enmarcaban aquella mirada tan especial.
La luna lucía alta sobre el cielo estrellado cuando dejó el lápiz sobre la mesa. Bostezó cansado. Sus manos estaban manchadas por el carbón de la mina y sus ojos, secos de mantener la atención durante tanto rato, parpadeaban con rapidez en un intento de conservar la humedad. Contempló con satisfacción el resultado de una tarde de intenso trabajo. Le había costado, pero finalmente, sintió que lo había conseguido; ante él lucía imponente el retrato de una joven de mirada oscura y soñadora.

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