jueves, 4 de abril de 2013

El despertar

Se despertó y miró a su lado. No había nadie. Como siempre, ella se había esfumado, volátil como el humo de un cigarrillo. Siempre desaparecía en ese instante en que él volvía cruzando la frontera que separa los sueños de la realidad. Aún no había dormido muchas veces a su lado, pero en su mente permanecía indeleble el recuerdo de sus amaneceres juntos.
Le gustaba mirarla mientras dormía; recorrer con la mirada su desnudez; escuchar el sonido suave y rítmico de su respiración; sentir como su brazo le oprimía dulcemente la cintura. Tenía que hacer un gran esfuerzo para no acercarse ella y besarla. De vez en cuando daba un respingo o sonreía y él se preguntaba, intrigado, qué estaría soñando. Hubiera dado cualquier cosa por detener el tiempo en ese instante.
El sonido del despertador lo arrancó de esa nube de pensamientos en que se hallaba sumido haciéndolo descender de nuevo a la tierra y recordándole que tenía un duro día por delante. Suspiró y volvió a mirar el trozo de colchón vacío. ¿Volverían sus sueños a llevarlo junto a ella esa noche?


martes, 26 de febrero de 2013

Me gusta...

...sentir como su cuerpo se estremece suavemente entre mis brazos cada vez que mis labios acarician su cuello. Abrir los ojos y mirar su cara cuando estamos en mitad de un beso. Perderme en la oscuridad de su mirada mientras trato de adivinar lo que piensa. Sentir el calor de sus manos sobre las mías y deshacernos en caricias cuando nadie nos ve.

Me gusta esa sensación que me recorre de arriba a abajo cada vez que nuestros labios se encuentran. Que me muerda con suavidad. Sentir su cuerpo sobre el mío cuando dormimos juntos. Que me apriete fuerte contra su pecho cuando nos abrazamos. Que me haga callar cuando me mira. Que me susurre al oído que me quiere.

Me gusta que ese olor tan especial que desprende quede impregnado en mi ropa (y en mi alma). Que nos desnudemos lentamente cuando nos fundimos, despacito, el uno en el otro. Despertar a su lado. Imaginar por un instante que el tiempo se detiene cuando estamos juntos y que solo existimos los dos. 

sábado, 19 de enero de 2013

El retrato


Tomó papel y lápiz y comenzó a trazar formas en un papel. Esa mirada le había impactado desde el principio, pero aquella tarde, al volver a verla en esa foto, había sentido la necesidad de plasmarla tal y como él la veía.
Sonaban acordes de rock mientras sentado en su mesa de trabajo, hacía varios bocetos que siempre acababa por desechar. Disfrutaba del momento como un niño que saborea un caramelo. Hacía mucho tiempo que no pintaba y se dio cuenta de que lo echaba de menos. Acariciar suavemente sobre el papel cada uno de sus rasgos le hacía sentir que ella estaba con él, en esa habitación. Sonrió ¿Sentiría desde la distancia un suave cosquilleo en la cara cada vez que la mina recorría el folio? Jamás podría saberlo, mas era una duda agradable. Se hallaba sumido en estos pensamientos cuando se dio cuenta de que la música había dejado de sonar. Llevaba ya horas con la misma lámina. Paró un momento para observarla, escudriñando cada detalle, recorriendo cada rincón de su rostro. Empezaba a parecerse a la imagen que él guardaba en su cabeza. Satisfecho, continuó perfilando formas.  Dejó que el lápiz fluyera sobre el papel trazando finas líneas que poco a poco fueron definiendo sus cabellos. Sombreó suavemente esos labios con los que tantas veces había soñado y naufragó en sus ojos al dibujar una a una las pestañas que enmarcaban aquella mirada tan especial.
La luna lucía alta sobre el cielo estrellado cuando dejó el lápiz sobre la mesa. Bostezó cansado. Sus manos estaban manchadas por el carbón de la mina y sus ojos, secos de mantener la atención durante tanto rato, parpadeaban con rapidez en un intento de conservar la humedad. Contempló con satisfacción el resultado de una tarde de intenso trabajo. Le había costado, pero finalmente, sintió que lo había conseguido; ante él lucía imponente el retrato de una joven de mirada oscura y soñadora.

viernes, 4 de enero de 2013

Paseo sin rumbo


Iba caminando tranquilamente, sin rumbo fijo, distraído, pensando en sus cosas y para cuando se vino a dar cuenta ya estaba ante aquella puerta. Su subconsciente le había llevado hasta allí. Se detuvo y contempló el reloj. Aún no era muy tarde, podía entrar un rato. Algo dentro de él se removió.  Hacía tiempo que se había prometido a sí mismo no cruzar es puerta de nuevo. Pero una vez delante de ella, no pudo resistir la tentación. Necesitaba saber si seguía ahí dentro. Tomó aire y cruzó el umbral. En el interior había gente y  hacía más calor que en la calle. Saludó al pasar, pero nadie le respondió. Inspiró. Aquel lugar seguía conservando aquel olor a humedad que tantas noches le había asaltado en sueños. Echó un vistazo rápido por los estantes, mientras paseaba tranquilamente, buscándola. Habían cambiado la disposición de muchas cosas desde la última vez que sus pasos, traicioneros, le habían llevado hasta allí. ¿Tanto tiempo había pasado? No podía recordarlo, no obstante, le pareció una eternidad, aunque sus sueños le transportaran a ese lugar con bastante frecuencia. 
Continuó caminando y entonces se encontró de frente con ella, al fondo de la estancia. Donde la recordaba. Iluminada por la tenue luz azulada de los tubos que iluminaban la habitación. Tenía brillo propio. Resaltaba sobre las demás. Se acercó para contemplarla más de cerca. Tenía unas curvas armoniosas, de belleza singular. Se hallaba ensimismado mirándola cuando una voz jovial a su lado le sobresaltó: "¿Le puedo ayudar en algo?".    "¿Podría tocarla?" dijo sin apartar la vista de ella; su voz tembló levemente. “Adelante, cógela” Le respondió
Lentamente extendió  la mano y la alcanzó. Su tacto era frío y suave. Sentía un agradable hormigueo en el estómago mezclado con el pesar de saber que nunca podría permitírsela. Había soñado tantas veces con ese momento…  Suspiró. Se sentó y la acomodó en su regazo. Acarició suavemente sus cuerdas y se produjo la magia. Un sonido cálido inundó toda la sala hasta apagarse y entonces supo que estaban hechos el uno para el otro y que no sería capaz de salir de la tienda sin ella.